¿Cuántos propietarios de perros y gatos conocen su historia natural? ¿Cuántos propietarios de perros y gatos disponen de una completa bibliografía sobre sus mascotas? ¿Cuántos propietarios de perros y gatos les aportan espacios enriquecidos donde éstos puedan desarrollar sus formas innatas de comportamiento? y ¿Cuántos propietarios de perros y gatos NO pretenden su afecto sino comprender su biología? Pocos, muy pocos. Pero si cambiásemos a perros y gatos por anfibios y reptiles la respuesta sería completamente diferente. Ahora bien, los descerebrados, indocumentados y las personas sin escrúpulos somos los que mantenemos cautivos a los segundos.

¿Existe un tráfico ilegal de mascotas tradicionales? ¿Existen accidentes relacionados con su tenencia? ¿Transmiten zoonosis? y ¿Pueden éstas poner en riego la biodiversidad? Sí, sí, sí y SÍ. Pero nadie pone en duda su procedencia y sus propietarios jamás son perseguidos y tratados como delincuentes, por no disponer de una factura de compra. La convivencia con las anteriores tampoco es considerada como un riesgo público, pese a que en España hay documentadas más de 27 muertes por ataques de canes. Y “autoridades” niegan rotundamente que esta fauna (entrañable) pueda suponer un problema para las especies silvestres, aunque el ámbito científico demuestre lo contrario. Pero si hacemos el ejercicio anterior, y cambiamos una vez más a peludos por escamosos, la historia vuelve a ser radicalmente diferente.
Atendiendo a las respuestas anteriores, es fácil identificar el verdadero problema de la terrariofilia; sus especies protagonistas. Por ello, es indiferente que en su cautividad les ofrezcamos unos parámetros ideales de temperatura y humedad, que sus vivarios y terrarios sean réplicas de micro hábitats, que nuestros ejemplares cautivos sean completamente inofensivos, que criemos especies incluidas en la CITES (y que con ello hayamos conseguido frenar el expolio de multitud de especies protegidas) o que la técnica e infraestructura terrariófila hayan sido de utilidad para la conservación ex situ de fauna. Da lo mismo todo lo que hagamos, porque lo nuestro va de serpientes y lagartos y la clase Reptilia disgusta a una mayoría aplastante, incluso a aquellos que dicen ser abanderados de la “protección de los derechos de los animales”.

Poco nos queda a los terrariófilos, tarde o temprano acabarán con lo nuestro, porque las escamas, para muchos, contra más lejos mejor. Pero mientras nos dejen, lo seguiremos haciendo bien. Seguiremos cuidando a nuestra fauna, seguiremos compartiendo lo aprendido (entre nosotros y con quien nos quiera escuchar) y seguiremos disfrutando de los momentos mágicos que produce nuestra afición. Nuestro problema son las especies que nos apasionan y no las vamos a cambiar. Así que, cuando esto se acabe, muchos estaremos más que satisfechos por haber sido capaces de valorar a esta fauna impopular y por haber trasladado un mensaje positivo en pro de su conservación.