Sobre mí…
Como vosotros, que habéis llegado aquí, soy una aficionada de los reptiles. Eso desde mucho antes de ser veterinaria. Convivo con ellos desde los 14 años, cuando una iguana llena de ácaros llegó a mí tras haber sido encontrada en la calle.
En aquel entonces no teníamos el acceso a información que tenemos hoy, tampoco era fácil dar con un veterinario formado en la materia. Los “reptileros” nos sumergíamos en los foros aprendiendo unos de las experiencias de otros.
Actualmente muchas cosas han cambiado. La ley no parece ponernos las cosas sencillas a los aficionados… ni a los reptiles. Desconocedora del papel que tiene la cría y mantenimiento en cautividad en la conservación de muchas especies de reptiles.
Por otro lado, hoy en día prácticamente toda la información necesaria la tenemos a un “click” y por suerte disponemos de centros veterinarios altamente cualificados. Quien no mantiene bien a su reptil es porque no quiere.
En este breve escrito repaso las principales enfermedades que veo en consulta, la mayoría derivadas de un manejo incorrecto de la especie. Os comparto además imágenes de algunos de los muchos pacientes que pasaron por mi mesa en estos años. A todos los recuerdo y de todos aprendí algo.

ENFERMEDADES MÁS FRECUENTES EN REPTILES MANTENIDOS EN CAUTIVIDAD.
Enfermedad metabólica ósea (EMO).
Muy común en lagartos y tortugas. La causa es un desequilibrio mineral provocado por una disminución del calcio o un aumento del fósforo. Está provocado por una dieta con déficit de calcio o vitamina D3, o con exceso de fósforo. También por falta de acceso a luz ultravioleta. Algunos casos son secundarios a una enfermedad renal. Suele afectar a individuos jóvenes en crecimiento.
Se produce una descalcificación de los huesos y con frecuencia osteoporosis y deformidades óseas. Pueden producirse fracturas espontáneas que el cuidador muchas veces no detecta. A veces se observan temblores musculares debido a la hipocalcemia.

Izquierda, Iguana iguana con acortamiento de la mandíbula por EMO, consecuencia de la enfermedad en etapa juvenil, además de un escaso crecimiento. Derecha, Stigmochelys pardalis con piramidismo, indicativo de una velocidad de crecimiento excesiva a menudo asociado a una dieta hiperproteica. El caparazón se deforma y pierde su forma lisa, adquiriendo un aspecto de jorobas.

Iquierda y derecha, Testudo hermanni con deformidad severa del caparazón por EMO. En la palpación el caparazón es blando y depresible, así como su mandíbula.

Izquierda,Trachemys scripta elegans con deformidad del caparazón y crecimiento insuficiente por EMO en su etapa juvenil. Derecha, la autora con un ejemplar de Stigmochelys pardalis sin EMO.
Enfermedades dermatológicas.
- Disecdisis
Cuando la muda no se produce de manera correcta y queda retenida. Pueden ser causa una humedad relativa demasiado baja, ausencia de un lugar apropiado para el baño, nutrición desequilibrada, enfermedades endocrinas o sistémicas. Debe considerarse un síntoma de otras enfermedades que deben diagnosticarse y tratarse.
Para tratar la disecdisis debemos humedecer al animal con agua tibia y realizar una extracción manual cuidadosa con ayuda de un hisopo húmedo.

Izquierda, Eublepharis macularius con retención de muda severa. Especial atención a sus dedos, zona frecuente de disecdisis en geckos que puede llegar a causar necrosis por compromiso vascular; como en este caso, donde se ha perdido la primera falange en muchos de sus dedos. Derecha, Morelia viridis juvenil con disecdisis. Nótese la presencia de pliegues cutáneos, indicador de un estado de deshidratación severo.
- Enfermedad ulcerativa del caparazón (SCUD).
Es un problema común en tortugas acuáticas mantenidas en agua de poca calidad, sucia o demasiado caliente. Se produce una infección bacteriana que genera lesiones en el caparazón en forma de cráteres que en casos más avanzados puede llegar a extenderse por la piel de cuello y extremidades, incluso causar una septicemia fatal si no se inicia tratamiento. Puede afectar a todas las especies de galápagos acuáticos, pero son más vulnerables las especies de caparazón blando.
Resulta imprescindible la realización de un cultivo y antibiograma de las lesiones para aislar el patógeno causante y administrar un tratamiento específico. Además las lesiones requieren limpieza y desbridado retirando el tejido necrótico. El acceso al agua debe ser restringido una hora, dos veces al día. Se aplica antibiótico tópico, después del baño y la limpieza, además de antibiótico por vía parenteral (inyectado). Está descrita la recuperación espontánea, pero el pronóstico es generalmente pobre sin tratamiento.

Izquierda,Trachemys scripta scripta con lesiones eritematosas y ulcerativas que afectan al caparazón, plastrón y piel. Derecha, Graptemys pseudogeographica con desprendimiento de varias placas del plastrón por SCUD.

Arriba,Trachemys scripta scripta con lesiones ulcerativas por SCUD. Al inicio y fin de su tratamiento, 10 meses después. Nótese en la segunda imagen la persistencia de lesiones en forma de cráter como secuela de la enfermedad.
- Dermatitis fúngica
Las dermatitis micóticas son más frecuentes en serpientes y lagartos. En pocas ocasiones son infecciones primarias, la mayoría de estos hongos se encuentran en el ambiente de los reptiles y son patógenos oportunistas, invaden el tejido dañado o infectado. A menudo son reflejo de condiciones de mantenimiento inadecuadas: higiene de suelo o agua, temperatura, iluminación, ventilación, filtración de agua. Una micosis cutánea generalmente aparece en animales inmunodeprimidos o que han sido sometidos a un tratamiento antibiótico prolongado.
Se observan a nivel cutáneo erosiones, ulceraciones, vesículas, granulomas, necrosis, costras, lesiones multifocales circulares color gris o blanquecino. La enfermedad suele progresar lentamente y no parece afectar a la vida del animal.
Para diagnosticarlo se recomienda realizar un cultivo microbiológico. El tratamiento puede ser largo. Se emplean antisépticos tópicos, antifúngico local y/o sistémico (vía oral) en función de la gravedad de las lesiones.

- Dermatitis vesicular (blister disease).
Enfermedad que afecta a las serpientes, se originan unas lesiones en las escamas ventrales que comienzan siendo vesículas que desprenden un líquido seroso – purulento cuando revientan. Estas lesiones evolucionan a una dermatitis necrótica y supurativa. En los peores casos esta infección evoluciona a septicemia causando la muerte del animal.
Está causado por bacterias que colonizan lesiones previas en la piel (quemaduras, erosiones…) generadas por un manejo inadecuado. La causa más frecuente de infección es una falta de higiene, humedad excesiva o falta de ventilación que favorecen la contaminación con bacterias fecales.
De nuevo deben tomarse muestras de piel y líquido de las vesículas para cultivo y antibiograma. En el tratamiento hay que desbridar y desinfectar las lesiones, antibioterapia tópica y sistémica (inyectada). Además requieren tratamiento de soporte con fluidoterapia y alimentación forzada. La serpiente debe mantenerse en un terrario sumamente limpio con suelo de papel secante.

- Parásitos externos.
Los ácaros son los parásitos externos más frecuentes en reptiles. Además de vivir sobre el cuerpo del animal podemos encontrarlos; en el terrario, escondidos en juntas, refugios o bebederos. Por tanto el tratamiento debe realizarse tanto en el reptil como en su entorno.
La higiene del terrario y la cuarentena de ejemplares recién adquiridos son imprescindibles para evitar la aparición de estos parásitos.

Arriba, Boa constrictor parasitada por ácaros de la especie Ophionyssus natricis, visto al microscopio.
- Abscesos.
Evolucionan a partir de heridas externas o por difusión hematógena de bacterias. Pueden darse en cualquier zona del cuerpo, aunque son más frecuentes en la piel y cavidad oral. El pus de los reptiles es muy denso, con lo que el tratamiento siempre es quirúrgico junto con tratamiento antibiótico acorde a cultivo y antibiograma.

Arriba, Boa constrictor con absceso facial. Abordaje quirúrgico desde cavidad oral. Sospecha de mordisco por presa como causa del absceso.
Enfermedades reproductivas.
- Estasis folicular.
Frecuente en lagartos y tortugas, aunque puede producirse en cualquier especie. Durante la etapa reproductiva las hembras forman folículos que aumentan de tamaño y pueden dar lugar a huevos o por el contrario reabsorberse de forma fisiológica al terminar la temporada de reproducción. Cuando no sucede ninguna de estas dos opciones y los folículos persisten, tenemos estasis folicular. Estos folículos pueden llegar a ocupar gran parte de la cavidad celómica con riesgo de causar una peritonitis por ruptura y posterior infección bacteriana.
Notaremos que la hembra se presenta anoréxica, con celoma distendido y a veces pueden palparse los folículos o incluso verse por transiluminación en geckos. Podremos visualizar los folículos en radiografía o ecografía.
En la mayoría de casos el tratamiento es quirúrgico con la retirada de los folículos y esterilización de la hembra.

Arriba, Eublepharis macularius con estasis de dos folículos de gran tamaño. Nótese la distensión celómica con úlceras en piel secundarias.
- Distocia.
Cuando la puesta de huevos no se produce con normalidad. Es el problema reproductivo más frecuente en hembras. Debido a la compresión, se ven comprometidas las funciones básicas como la deglución, la micción incluso la respiración; pudiendo llegar a morir por anorexia, compromiso circulatorio u otras complicaciones. Además de por palpación, visualizaremos los huevos mediante radiografía.
Entre las causas más frecuentes son las condiciones de mantenimiento inadecuadas, como falta de temperatura, sustrato inadecuado o estrés. La hipocalcemia o enfermedades concomitantes también pueden generar una distocia.
El tratamiento puede ser médico o quirúrgico en aquellos casos que no respondan. Podría facilitar la puesta el drenaje del contenido de los huevos mediante punción percutánea. Además es importante corregir las condiciones de mantenimiento.

Ariba – izquierda, Pantherophis guttata con distocia. Se observa la distensión producida por los huevos distócicos en el último tercio del cuerpo. Arriba – derecha, Visualización mediante radiografía de los huevos. Útil para confirmar el diagnóstico y contabilizar el número de huevos previo a la cirugía. Abajo, paciente anestesiado e intubado previo a la cirugía.

Arriba – Izquierda, se visualizan los huevos dentro de la salpinge. Arriba – Derecha, extracción de los huevos después de la salpingotomía. Única incisión. Obsérvese el aspecto macerado de los huevos. Abajo, cierre de piel con puntos sueltos. La incisión quirúrgica debe realizarse en la unión entre escamas ventrales y dorsales.
- Prolapso de pene o hemipenes.
Es la enfermedad reproductiva más común en machos. Suele ocurrir en época reproductiva en machos que conviven con una hembra. A veces es suficiente con retirar el estímulo. En otras ocasiones es necesario recurrir a su introducción y sutura con puntos sueltos en los extremos de la abertura cloacal. Dicha sutura se retira pocos días después. Puede ser necesario el uso de tratamiento antibiótico y antiinflamatorio en función del estado. En algunos casos de recidiva o necrosis del hemipene puede estar indicada su amputación.

Izquierda, Nephrurus sp con prolapso del hemipene izquierdo. Derecha, tras su introducción se colocan dos puntos sueltos en los extremos de la apertura de la cloaca.
Enfermedades digestivas.
- Parásitos intestinales.
Los nematodos (gusanos redondos) son parásitos frecuentes en gran variedad de reptiles. Cuando la cantidad es grande, podrían verse a simple vista en heces.
Antes de administrar cualquier antiparasitario, debe hacerse un examen coprológico para estudiar la carga parasitaria de cada individuo y valorar la necesidad o no de tratamiento, así como la elección del fármaco en concreto. Algunos organismos en una carga moderada son flora intestinal beneficiosa y necesaria.
La desparasitación indiscriminada podría dar lugar a serios problemas digestivos. Esta población puede verse alterada en situaciones de estrés, inmunodepresión o enfermedades concomitantes Es por todo ello que el examen coprológico se recomienda de manera rutinaria y no solo tras la compra o introducción de un nuevo individuo.

Izquierda, heces de un ejemplar de Agrionemys horsfieldii con parasitación masiva por oxiúridos. Derecha, vista al microscopio, los huevos del parásito.
- Estomatitis.
Se trata de una infección de la mucosa oral, frecuentemente consecuencia de deficiencias vitamínicas, generalmente vitamina A y C. Se produce una colonización bacteriana que causa malestar general, dolor, pérdida de piezas dentales, boca entreabierta, secreciones o placas purulentas, y a veces incapacidad para alimentarse. También pueden observarse petequias en la mucosa oral.
De la misma forma que con otras infecciones, es importante la toma de muestras para cultivo y antibiograma previo al tratamiento antibiótico. En función de la gravedad del proceso puede ser necesario tratamiento de soporte a base de fluidoterapia y alimentación asistida / forzada.
Cuando el grado de estomatitis es severo, suele ir acompañado de un pobre estado general del reptil, puede ocurrir una diseminación hematógena de la infección que suele resultar fatal.

Izquierda, Furcifer pardalis con estomatitis. Se observa secreción purulenta en cavidad oral y labios. Centro, nótese el avanzado estado de deshidratación en el ojo hundido, lugar donde evaluar en camaleones. Derecha, colocamos un catéter intravenoso en la vena coccígea ventral para la administración de fluidos durante su hospitalización.

Izquierda, Boa constrictor con estomatitis severa, se observan placas purulentas en la mucosa oral. Centro, evolución tras 9 días de tratamiento. Derecha,nótese la baja condición corporal del paciente.

Izquierda, Morelia viridis con estomatitis. Derecha, la paciente presentó múltiples petequias en las escamas ventrales sospechosas de una diseminación hematógena de la infección (septicemia). El paciente falleció a los pocos días de haberse iniciado el tratamiento.
- Ingestión de cuerpos extraños.
Algunas especies de reptiles como los geckos ingieren de manera natural cuerpos extraños, algunos ingieren la piel cuando han mudado o cáscaras de pequeños huevos. En cautividad estos comportamientos pueden verse aumentados si existen deficiencias nutricionales o falta de enriquecimiento ambiental. Pueden ingerir material de sustrato, plástico, ramas… que pueden llegar a causar una obstrucción.
El reptil se mostrará apático, anoréxico y con dilatación celómica. A veces puede tratarse administrando vía oral (mediante sondaje orogástrico) aceite de parafina. En otros casos puede ser necesaria la cirugía.

Eublepharis macularius con obstrucción gástrica por fibra de coco. Izquierda, incisión en la curvatura mayor del estómago. Centro, sutura continua de la pared del estómago tras la extracción del cuerpo extraño. Derecha, cuerpo extraño gástrico. Se trata de multitud de fibras de sustrato de coco envueltas por secreciones gástricas.

Arriba, Stigmochelys pardalis con multitud de cuerpos extraños digestivos (piedras y un tornillo). Hallazgo radiológico, el paciente no mostraba sintomatología digestiva. Fueron expulsados sin dificultad. No recibía suplemento vitamínico mineral en su dieta.
- Prolapso de cloaca.
La cloaca es una bolsa donde van a desembocar el aparato digestivo, reproductor y urinario. En algunas especies desérticas tiene además una importante función de reabsorción de agua. Esta estructura puede prolapsarse por distintas causas: parasitosis intestinal, dificultad en la defecación por impactación digestiva, distocia, hipocalcemia, excesivo comportamiento sexual… Se observará una masa de tejido y no debemos esperar a llevarlo a consulta veterinaria, pues cuanto más tiempo permanezca el tejido expuesto más fácil es que se produzcan laceraciones, infección o incluso necrosis.
Se debe recolocar el tejido de forma urgente, para ello se realiza un lavado con suero glucosado a baja temperatura que ayude a reducir el edema. Con ayuda de hisopos y lubricante se recoloca el tejido y se sutura la apertura cloacal. Los puntos deben mantenerse al menos 10 días. Durante este tiempo el reptil debe alimentarse con dieta semilíquida mediante sondaje.

Izquierda, Chamaeleo calyptratus juvenil con prolapso de cloaca. El tejido se muestra levemente edematoso sin daños externos. Centro, Salvator merianae con prolapso de cloaca. En este caso la mucosa muestra compromiso vascular y múltiples ulceraciones. Derecha aspecto tras la recolocación y sutura.
Enfermedad renal.
Puede estar causada por una alimentación demasiado rica en proteínas en especies herbívoras u omnívoras, por deshidratación crónica (muy frecuente en camaleones) o bien por lesión de diverso origen (hipotermia, septicemia, fármacos nefrotóxicos…). La enfermedad metabólica ósea (EMO) en etapa juvenil predispone a enfermedad renal en etapa adulta.
Esta enfermedad muchas veces provoca gota, se acumulan cristales de ácido úrico en el corazón, vasos sanguíneos, articulaciones… es un proceso doloroso y una vez formadas estas lesiones no desaparecen.
El tratamiento se basa en restablecer la hidratación, reducir o eliminar la proteína de la dieta, suplementar con calcio y quelar el fósforo. A nivel farmacológico puede ser de ayuda el uso de alopurinol para reducir los niveles de ácido úrico y analgésico si ya hay proceso de gota.

Arriba,Chamaeleo calyptratus con gota. Nótese el engrosamiento de las articulaciones.
Accidentes y traumatismos.
- Quemadura térmica.
Producidos por las fuentes de calor y luz ultravioleta cuando estas no se encuentran protegidas, el reptil tiene un contacto directo con ellas o la distancia es demasiado corta. Motivo frecuente de consulta en lagartos y serpientes. Los reptiles carecen del reflejo de retirada ante un estímulo doloroso inducido por la fuente de calor. Deben tratarse como heridas infectadas. La cicatrización es lenta y la terapia láser puede ser de ayuda.

Izquierda, Chamaeleo calyptratus con quemadura en la cara interna de la mano por contacto directo con la bombilla térmica. Centro, además de tratamiento analgésico, antibiótico, curas y vendajes se utilizó laserterapia. Derecha, herida cicatrizada 2 meses más tarde.
- Traumatismo rostral.
Frecuente en lagartos de carácter nervioso, como iguanas juveniles y dragones de agua. Se produce una lesión ulcerativa en la zona más rostral del cráneo como consecuencia del traumatismo continuado contra las paredes del terrario en un intento de fuga. Puede deberse a un terrario sin enriquecimiento ambiental, demasiado pequeño o especies mal adaptadas a la cautividad.
- Fracturas de caparazón.
El comportamiento natural de las tortugas acuáticas ante cualquier peligro es salir corriendo para sumergirse en el agua. Carecen de la percepción de la altura, con lo que las caídas desde terrazas en épocas de calor son muy frecuentes. Se producen fracturas de caparazón que deben inmovilizarse mediante distintas técnicas en función de cada caso.
Los mordiscos de caparazón por parte de perros que conviven con tortugas son un accidente habitual, así como los mordiscos por ratas en tortugas que viven en exterior.
Otro accidente frecuente en tortugas que viven en el jardín es el corte del caparazón con la máquina cortacésped. En muchas ocasiones las lesiones resultan fatales y la eutanasia está recomendada.

Izquierda,Trachemys scripta con fractura de caparazón tras precipitarse desde un cuarto piso. Derecha, fijación de la fractura con fibra de vidrio.

Izquierda,Testudo graeca juvenil con múltiples heridas por mordeduras de perro. Se observa la cavidad celómica expuesta. Derecha, cicatrización por segunda intención, un año más tarde.

Arriba, Testudo graeca que perdió la parte dorsal del caparazón por una cortacésped. El celoma estaba expuesto, la cuchilla pasó a escasos milímetros de la columna vertebral.

Arriba, evolución de la tortuga anterior tras 16 meses. Cierre por segunda intención.