De entre todas las serpientes, la especie Morelia viridis siempre ha estado entre mis preferidas. Mis inicios con estos ofidios fueron gracias a un gran amigo, criador de ésta y otras especies, quien me explicó los tips básicos sobre su manutención y me regaló un ejemplar criado por él mismo.

Aquella pequeña nació con una deformidad que “supuestamente” afectaba a su columna vertebral e imposibilitaba su venta. Pese a ello, yo no le di importancia a ese detalle ya que era inapreciable.

Pensé que con el paso de los años aquel defecto se haría más evidente pero no fue así, para nuestra sorpresa nuestra primera M. viridis evolucionó sin complicaciones y hoy es un animal sano y perfecto, igual a sus hermanos de puesta.

Hembra adulta (Borja Avi)

El mantenimiento inicial.

Inicialmente mantuve a la cría de M. viridis en un tupper preparado especialmente para crías de esta especie, con unas dimensiones de 30 x 30 x 30 y una decoración muy sencilla y funcional; 2 perchas y una base terrestre siempre húmeda.

Las crías recién nacidas requieren de una humedad más elevada que los ejemplares adultos para no tener problemas con las mudas. Una vez establecidas, y después haber realizado varias mudas (tras 5 o 6 meses aproximadamente) podemos comenzar a bajar el porcentaje de humedad.

Aquella primera “Chondro” nunca falló una comida. Era un animal bastante agresivo que en cuanto le ofrecía alimento lo agarraba e injería sin ningún problema. Comportamiento que me facilitó su mantenimiento inicial y que lo convirtió en una experiencia positiva.

Mantenimiento de adulta.

Cuando el ejemplar dispuso de cierto tamaño, hice el traspaso al que sería su terrario definitivo, un terrario de PVC (de la marca ProCages ) de 60 X 60 X 60 cm con un mayor enriquecimiento ambiental que el inicial. Coloqué troncos y ramas naturales en diferentes alturas y utilicé sustratos que me ayudaron con el porcentaje de humedad: sphagnum, turba rusa o simplemente corteza de pino. Obviamente todos ellos sin ningún aditivo o compuesto que pudiesen afectar a la salud del animal.

Terrario para ejemplares adultos (Borja Avi)

A estas edades la humedad relativa la dejo de controlar y paso a usar una técnica que siempre me ha funcionado. Ésta sería siempre tener el recipiente de agua lleno y cuando el sustrato esté completamente seco vaciar uno o dos vasos de agua por encima.

Lo más importante para un correcto mantenimiento de M. viridis es tener controlada la temperatura. La variación o una temperatura inadecuada durante un periodo prolongado conllevaría problemas de salud o incluso la muerte de nuestras “Chondros”.

Las temperaturas ideales para M. viridis comprenden máximas entre los 31/32oC y una media de 26/27oC durante el día. Durante la noche éstas deberían descender, quedándose en una media de 24/25ºC.

Reproducción.

Durante mucho tiempo estuve buscando la pareja ideal para mi “Chondro”, quería que fuese de su misma localidad y que, como la hembra, tuviese bastante amarillo y blanco. Finalmente,  gracias a otro buen amigo (un señor alemán de avanzada edad experimentando en el manejo y la cría de M. viridis) conseguí el que actualmente es el padre de mi prole.

Ejemplar macho (Borja Avi)

Tras su adaptación, hice los primeros intentos para su reproducción ya que ambas estaban preparadas para ello. Inicialmente no hubo interés por ninguna parte y no fue hasta la segunda semana cuando la hembra empezó a interesarse por el macho. Transcurridas 3 semanas iniciaron las cópulas.

Mantuve junta a la pareja durante un mes más viendo copulas esporádicas, siendo algunas de ellas infructuosas. Pasado ese tiempo decidí sepáralas y cruzar los dedos. El proceso es bastante lento, desde la ovulación hasta la puesta de huevos, y me mantuve a la espera. Pese a ello no hubo indicios de que la hembra estuviera grávida.

Camino al éxito.

Tras aquel primer intento fallido, quise ser más metódico y para ello recopilé información de libros, internet y también basada en experiencias de amigos que habían conseguido criar M. viridis. Tras su revisión inicié lo que llamaría: “El camino al éxito”.

Aquellos preparativos partieron de un proceso indispensable, una bajada térmica. La anterior equivaldría a la temporada seca en el hábitat natural de la especie y tiene que ser lo más gradual posible, para evitar complicaciones. Durante este ciclo hice descender las temperaturas máximas diurnas de los 31/32˚ C a unos 25/27˚y las nocturnas hasta alcanzar los 20˚ C, aproximadamente.

Simulando un cambio de estación estimularemos el comportamiento reproductivo de M. viridis, favoreceremos un mejor esperma de los machos y la ovulación de las hembras y con ello tendremos más posibilidades de éxito en el emparejamiento.

Después de realizar esta bajada térmica, volví gradualmente a los valores normales de mantenimiento. Durante este ascenso térmico la hembra comenzó a ovular e introduje al macho con ella. Una vez estuvieron en el mismo terrario seguí subiendo progresivamente la temperatura hasta alcanzar las habituales y fue entonces cuando empecé a ver las primeras cópulas.

Cópulas de M. viridis (Borja Avi)

Cabe destacar que si transcurridas varias semanas no ha habido cópulas deberemos separarlas y tras 7 días volvemos a intentarlo. En caso contrario (si ha habido cópulas), las mantendremos juntas hasta la perdida de interés por ambas partes.

Si el emparejamiento ha sido exitosos comenzaremos a ver cambios en el color (a tonos más azulados) y en el tamaño de la hembra y trascurridos unos 2 meses (desde la cópula) la hembra depositara los huevos entre 15/25 días después de mudar.

Cambios de coloración (Borja Avi)

Con anticipación, deberemos preparar un nido (que será colocado en el interior del terrario) para que la hembra pueda desovar tranquila y con facilidad. En mi caso utilicé una caja de porexpan, rellena de musgo sphagnum, que disponía de dos salidas; una lateral y otra situada en la parte superior de la caja.

Puesta en el nido (Borja Avi)

Incubación.

La incubación es el proceso más complejo de todos en la reproducción de esta especie. Llegados a este punto tenemos dos opciones. La primera, que particularmente no recomiendo, es dejar que la hembra lleve a cabo una incubación natural. Durante este proceso ésta se enroscará  sobre los huevos y los calentará mediante “espasmos”.  Un proceso que se prolongará entre 50 y 60 días y que puede penalizar a la hembra ya que ésta no comerá y apenas beberá.

Por lo anterior, el proceso recomendable sería la incubación artificial. Para ello será necesario adquirir una incubadora profesional, precisa en el control de temperaturas, además de varios recipientes o tuppers donde se depositarán los huevos.

Para la incubación artificial hay varios métodos descritos, pero yo os explicaré mi proceso y por qué tuve que cambiar de un método a otro.

Comencé por el método más exitoso y el más recomendado; el uso de un tupper hermético lleno de agua y con una rejilla encima donde se depositan los huevos. La rejilla y los huevos obviamente no deben de estar en contacto con el agua en ningún momento.

Metodos de incubación (Borja Avi)

Usando este método vi que la mayoría de los huevos, no llegaban a inflarse (pese a estar a un 90% de humedad) y que además a algunos les comenzó a salir moho y hongos. Al ver que este proceso no me estaba dando buenos resultados, y tras asegurarme de que los huevos estaban fecundados, opté por cambiar a un método más tradicional en la incubación de huevos de reptiles; un tupper ventilado, con vermiculita 1.1 y los huevos restantes encima. Definitivamente con este método conseguí salvar con éxito el resto de la puesta.

Mantenimiento de las crías.

Trascurridos 50/60 días desde la puesta una nueva generación de M. viridis comenzó a romper el huevo. Este proceso puede durar varios días (entre 3 y 5) hasta que salen completamente. Una vez fuera, debemos observar si aun disponen de saco vitelino y dependiendo del tamaño de éste tendremos que mantenerlas en un recipiente aparte, limpio y dentro de la incubadora hasta que éste se absorba o se desprenda.

Eclosiones de M. viridis (Borja Avi)

Durante los primeros meses y años mantendremos a las pequeñas en tuppers o en habitáculos no muy grandes, que nos ayuden a mantener los parámetros de temperatura y humedad lo más estables posibles.

Para los recién nacidos la temperatura ideal sería de 29/27˚C constantes (día y noche). La humedad, como hemos comentado al inicio del artículo, para los neonatos y juveniles debe ser alta, para ello algunos criadores utilizan como sustrato una base de agua de 1cm. Particularmente recomiendo utilizar un bebedero bastante amplio y además una esponja siempre húmeda como sustrato. Con ello conseguiremos que las crías realicen las primeras mudas sin complicaciones. Tras la primera, que tendrá lugar 10/12 días después de la eclosión, podemos intentar ofrecerles las primeras presas.

Terrario para neonatos (Borja Avi)

Alimentación de las crías.

Los primeros bocados de las crías de M. viridis suelen ser complicados. Algunas comerán bien a la primera y a otras les costarán más, incluso es posible que tengamos que asistirlas en las primeras comidas; una tarea tediosa que requiere de paciencia y experiencia.

Pasados 3/5 días desde la primera muda ofreceremos las primeras presas. Personalmente recomiendo siempre alimento congelado que deberemos atemperar. El anterior lo ofreceremos, a las crías, tras estar completamente descongelado y tras haber estado en un tupper con agua caliente.

De las 7 crías nacidas en mis instalaciones solamente una atrapaba y engullía a su presa como si de un animal adulto se tratará. De las restantes dos conseguían alimentarse por si solas trascurridos unos minutos y al resto tuve que asistirles la ingesta.

Cría alimentándose por si sola (Borja Avi)

Para este proceso debemos agarrar con nuestras manos a la pequeña (sin dañarla) e introducir el ratón en su boca, llegados a este punto puede que ella lo engulla por si sola. En caso contrario, tendremos que introducírselo hasta el estómago nosotros mismos y para ello recomiendo el uso de pinzas quirúrgicas de punta de roma (NO FINAS, mejor de punta gruesa). Para este proceso deberemos coger firmemente el pinkie con las pinzas, en paralelo al cuerpo, dejando libre únicamente su cabeza, y una vez la presa haya pasado el primer tramo de la serpiente (cuello) deberemos mantenerla lo más recta posible para así alcanzar su estómago.

En esta asistencia deberemos de ser sumamente rápidos y cuidadosos, para no dañar ni estresar en exceso a nuestra serpiente. Cabe destacar también que este proceso solo debe llevarse a cabo por aficionados expertos.

Pasados unos 7/10 días desde su alimentación forzosa volveremos a ofrecerles presas. Si éstas vuelven a ser rechazadas volveremos al proceso de asistencia siempre y cuando la serpiente no se encuentre en un proceso de muda. Si así fuese pospondremos su ingesta hasta que la cría haya realizado la muda.

Algunas de mis crías seguían sin alimentarse por si solas transcurridas varias semanas y por ello comencé a perfumar a las presas (pinkies) mediante pluma de pollito. Gracias a éste método el resto de crías consiguió salir adelante sin tener que intervenir de manera forzosa en su alimentación.