Dadas sus reiteradas declaraciones públicas, poco “amables” con la terrariofilia, algunos herpetólogos parecen haber olvidado parte de su trayectoria profesional. Cuando para subsistir y crecer atendían a reptiles y anfibios cautivos en domicilios, comercios o clínicas veterinarias. Cuando no existían portales científicos digitales y publicaban sus primeros escritos y artículos en libros y revistas de temática terrariófila. Y también cuando a sus primerizas charlas, jornadas o monográficos sobre herpetofauna asistía, también, una audiencia relacionada con la cautividad de esos seres vivos.
Pasan por alto un pasado (que les hizo crecer en sus ámbitos) y también un presente donde la infraestructura, la técnica y el conocimiento de terrariófilos expertos les siguen aportando un bagaje y les permiten ser más eficientes en sus disciplinas científicas. Obvian tantas cosas que hasta algunos parecen haberse convertido en “validadores” de los argumentos de unos grupos que si bien son contrarios a la cautividad de fauna exótica también lo son de fundamentos y praxis científicas. Y alineándose con los anteriores parecen haberse radicalizado.
Pero no son los únicos. Parte de los aficionados a los terrarios también lo hemos hecho y no somos capaces de aceptar ni un solo argumento contrario a la tenencia en cautividad de reptiles y anfibios, por lógico y razonable que sea. La situación actual por la que atraviesa nuestra afición invita a cerrar filas, pero también debería servirnos para hacer autocrítica. Porque esta crisis podría cronificarse y limitarse a ser reactivos no será suficiente. Con “lo puesto” podríamos ganar esta partida pero si no actualizamos la terrariofilia perderemos las siguientes.
Con ambos colectivos radicalizados, ganan los terceros en discordia; los que siempre han tenido un discurso extremado. Porque los terrariófilos tenemos las de perder si nuestra única estrategia es entrar en una batalla dialéctica con esos adversarios poderos. Y la herpetología también perdería credibilidad si continúa abalando o completando los argumentos de estos grupos opacos, interesados e ideológicos.
La terrariofilia necesita cambios, algunos impopulares, y los necesita pronto. Y qué mejor que éstos sean impulsados por los propios terrariófilos, autorregulándose. Y, porque no, también con la participación de herpetólogos. Si así fuese todos saldríamos ganando. La terrariofilia sería sólida y aumentaría su esperanza de vida y la herpetología (vertebrando a la anterior) podría atajar problemáticas sin esperar y depender de lentos procesos legislativos. Y los reptiles y anfibios también, una sinergia entre ambos colectivos (científico y terrariófilo) reforzaría el mensaje positivo hacia las anteriores especies y maximizaría su alcance.
De nada nos sirve ser radicales, todos perdemos.