Basiliscus plumifrons es uno de los reptiles más espectaculares del planeta. Su color esmeralda, su locomoción bípeda sobre el agua y las crestas que poseen los machos le convierten en una especie enigmática y singular, muy valorada por los aficionados a la herpetofauna.

En cautividad, satisfacer sus necesidades alimenticias, de temperatura e iluminación es relativamente sencillo, pero no las de espacio. Los terrariófilos que puedan aportarles instalaciones amplias, acordes al tamaño y hábitos de la especie, disfrutarán de una experiencia única como lo es el mantenimiento en cautividad de un saurio todoterreno, atractivo y voraz.

Ejemplar macho, fotografiado en la provincia de Alajuela (Costa Rica). Los ejemplares silvestres, lucen un verde esmeralda y unas crestas de mayor tamaño que los ejemplares cautivos, que tienden a una coloración turquesa. En la actualidad la especie no está incluida en los apéndices de la CITES. Fotografía: Koen Swiers.

Descripción y distribución.

El también llamado basilisco verde (o esmeralda) pertenece a la familia Corytophanidae, junto a las dos especies del género Laemanctus y a otras tres del género Corytophanes.

Éste puede alcanzar los 90 cm (dos tercios de los cuales pertenecen a la cola) siendo las hembras de talla inferior, ya que rara vez superan los 60 cm. Dispone de un cuerpo estilizado y las extremidades posteriores son considerablemente más largas que las anteriores. Éstas le permiten una capacidad única, correr sobre el agua desde su eclosión hasta la edad adulta. Una hazaña que sigue siendo objeto de estudio para fisiólogos y morfólogos.

Posee una llamativa coloración verde o turquesa, que pierde intensidad en su zona ventral. En ambos flancos, de cuello a cola, se distribuyen dos hileras de manchas azules. La coloración de estos saurios puede variar en función de su estado de ánimo, hasta llegar a oscurecerse.

Basiliscus plumifrons exhibe un marcado dimorfismo sexual. Los machos, a diferencia de las hembras, disponen de lóbulos cefálicos y de apéndices en dorso y cola. Éstos, además, son muy territoriales y no deben convivir bajo ningún concepto en el mismo terrario. Fotografías: Gusztáv Galló (izquierda), Egor Kamelev (derecha)

Sus poblaciones silvestres se encuentran en tierras bajas húmedas de la vertiente atlántica, desde el este de Honduras hasta el oeste de Panamá, y en ambas vertientes (atlántica y pacífica) de Costa Rica. Juveniles y adultos ocupan hábitats separados, caracterizados por la cercanía de cursos del agua, pero con diferencias significativas en la estructura de la vegetación. Los ejemplares de menor tamaño, para evitar su depredación, prefieren hábitats abiertos con abundante hierba. (Lattanzio y La Duke, 2012).

El terrario

Las medidas estándar de los terrarios que encontramos a la venta, pueden ser útiles para el óptimo mantenimiento de crías y juveniles, pero no para el de los ejemplares adultos. Estos últimos, requieren de espacios amplios, profundos y altos (acordes con el tamaño y los hábitos de la especie) que deberán ser construidos a medida y estar enriquecidos con elementos naturales.

En la réplica de su micro hábitat no pueden faltar ramas y troncos, bien sujetos y a diversas alturas, ya que éstos les permitirán termoregularse y les servirán de refugio. Del mismo modo, deberemos proveer sus instalaciones con una zona acuática espaciosa y una terrestre despejada; cubierta con fibra de coco, turba rusa u otros sustratos de similares características.

Izquierda. Dada su embergadura, las ramas del terrario deben de estar bien sujetas y para ello, el uso de bridas puede ser una excelente opción. Derecha. Al tratarse de una especie semiacuática debemos incorparar a sus instalaciones amplios recipientes que permitan el baño de los ejemplares. Fotografías: Julián Arnáez.

La decoración con plantas naturales aumentará el atractivo de sus instalaciones, servirá para mantener niveles de humedad altos y aportará confort a la especie, pero cabe la posibilidad de que éstas no soporten su peso y actividad y deban ser sustituidas con frecuencia.

El terrario debe satisfacer por completo las necesidades de un especie semiarborícola y semiacuática, pero a su vez debe de ser funcional y permitir con facilidad su limpieza, el control de los ejemplares y también que éstos detecten a sus presas.

Parámetros del terrario

Para llevar a cabo su actividad, Basiliscus plumifrons requiere de un rango de temperaturas de entre 27 y 32 grados centígrados. Para conseguirlo, debernos colocar una fuente de calor en la zona alta del terrario, controlada por un termostato y evitando que nuestros ejemplares puedan entrar en contacto directo con ésta para evitar abrasiones. Fuente, que puede ser complementada con otras (si no se alcanzan los valores deseados) como mantas o cables calefactores situados en la base o paredes del terrario.

El uso de elementos decorativos a varias alturas, como ramas o troncos,  permitirá un gradiente térmico variable, con menores temperaturas en los estratos inferiores, y con ello facilitaremos la termoregulación a nuestros ejemplares. Del mismo modo, será necesario disminuir la temperatura del terrario durante la noche hasta alcanzar 20 – 22 grados centígrados.

Para conseguir una humedad óptima, entorno al 75%, podemos hacer uso de un sistema de lluvia (controlado mediante un temporizador) o de un pulverizador manual. Los riegos diarios dependerán de las dimensiones del terrario y de su ventilación, pero las superficies del terrario, en ningún caso, deben de estar permanentemente mojadas.

La iluminación es otro factor clave para el óptimo desarrollo de este miembro de la familia Corytophanidae. Para satisfacer este requerimiento es indispensable el uso de una luz con aporte medio de UV-B,  como tubos fluorescentes T5 – HO o bombillas de similares características de alto rendimiento. Con la anterior tecnología podemos aportar a nuestros ejemplares un fotoperiodo de 12h de luz diarias.

Basiliscus plumifrons, dispone de una amplia distribución y lleva a cabo su actividad en variedad de microhabitas, pero en todos ellos existen dos estaciones diferenciadas: una seca, con menores precipitaciones (de diciembre a mayo) y otra lluviosa (de Mayo a noviembre). Es posible alcanzar el éxito en la reproducción de esta especie sin replicar estos cambios meteorológicos pese a ello, si lo hacemos enriqueceremos su vida en cautividad.

Alimentación.

El basilisco verde es considerado una especie omnívora y los ejemplares silvestres se alimentan de invertebrados y ocasionalmente de pequeños vertebrados, flores y frutas. En la actualidad, existe una amplia oferta de alimento vivo en los comercios terrariófilos que nos permite ofrecer una dieta completa y variada a crías, juveniles y adultos.

Grillos, langostas y cucarachas pueden ofrecerse regularmente (con un tamaño acorde a la talla de los ejemplares) y en menor medida: tenebrio, zophobas y gusanos de la miel, dados sus menores valores nutricionales. No todos los ejemplares aceptan frutas o verduras, pero algunos sienten especial debilidad por el mango, el plátano o las moras. Las crías de ratón pueden ser de utilidad para completar la dieta de hembras gestantes.

Izquierda. Colocar un comedero entre las ramas puede facilitar a nuestros ejemplares la detección de sus presas. Derecha. Basiliscus plumifrons dispone de un carácter esquivo pese a ello, los ejemplares nacidos en cautividad toleran, en mayor grado, ser manipulados. En cualquier caso, este proceso debe realizarse cuando sea estrictamente necesario y con precaución. Fotografías: Julián Arnáez.

Alimentar a sus presas es indispensable (con piensos específicos para ello y vegetales) del mismo modo, deberemos suplementar semanalmente con calcio sin D3 y vitaminas los alimentos de crías y juveniles, así como también los de hembras grávidas.

Conclusión.

Basiliscus plumifrons es una especie atractiva de hábitos y habilidades singulares. Pese a ello, su tenencia debe recaer en manos de aficionados, medios o avanzados, capaces de satisfacer por completo las necesidades de este imponente coritofánido. La elección de ejemplares nacidos en cautividad es garantía de éxito para su mantenimiento y cría en cautividad y evitará innceseraías capturas en el medio natural.


Bibliografía relacionada:

Lattanzio, M., La Duke, T. (2012). Habitat Use and Activity Budgets of Emerald Basilisks (Basiliscus plumifrons) in Northeast Costa Rica. Copeia 2012: 465 – 471.

Vaughan, C., Ramirez, O., Herrera, G., Fallas, E. (2006). Home range and habitat use of Basiliscus plumifrons (Squamata: Corytophanidae) in an active Costa Rican cacao farm

Baines, F. M., Chattell, J., Dale, J., Garrick, D., Gill, I., Goetz, M., Skelton, T., & Swatman, M. (2016). How much UVB does my reptile need? The UV-Tool, a guide to the selection of UV lighting for reptiles and amphibians in captivity. Journal of Zoo and Aquarium Research, 4(1), 42–63. https://doi.org/10.19227/jzar.v4i1.150 Kober, I. Basiliscus lumifrons, el basilisco verde. Reptilia. 2007. ISBN 978-84-93-4150-0-6.