El día 30 de marzo de 2019 se aprobó en nuestro país el Decreto que hizo efectiva la inclusión de la Python regius o pitón bola en el catálogo de especies invasoras, quedando prohibida a partir del 1 de enero de 2022 su adquisición, reproducción, cesión, transporte o venta.
Estas pitones, del todo inofensivas, habían formado parte de los hogares de miles de españoles durante décadas. A diferencia de la creencia popular, fruto del desconocimiento y una malintencionada desinformación, estos animales no habían sido sustraídos de sus hábitats naturales. Fueron criados en cautividad durante generaciones. Lo que permitió evitar, precisamente, la extracción de estos seres vivos de sus lugares de origen.
No existe en España, ni en suelo europeo, un sólo caso de una población establecida en libertad de Python regius y mucho menos que haya logrado reproducirse. Estamos hablando de animales que aún viviendo en sus terrarios, de no mantener las condiciones adecuadas de temperatura y humedad, pueden fallecer con relativa facilidad debido a complicaciones respiratorias.
Es conclusión; al no tolerar bajas temperaturas, no pueden vivir ni reproducirse en libertad y no hibridan con animales silvestres, por lo que no pueden suponer ningún impacto negativo en nuestros ecosistemas. Tampoco tenemos constancia de que se haya detectado un sólo caso de zoonosis proveniente de estos animales. Por ello su inclusión en el Listado de Especies Invasoras fue duramente criticada por diversos colectivos científicos.
Sin embargo, el gato, sí es capaz de vivir y reproducirse en libertad. Sí hibrida con especies silvestres, como el gato montés, lo que está abocando a su desaparición y suponiendo un gravísimo problema para los proyectos de conservación de esta maravillosa especie nuestra. Además, sí están datados casos de zoonosis, y al mismo tiempo también se ha confirmado el contagio de enfermedades a otras especies, como es el caso del lince ibérico, en delicado estado de conservación.
Como la Ciencia ha demostrado en diversos estudios, el instinto depredador del gato, que perdura incluso estando esterilizado y bien alimentado, supone una inmensa pérdida para la biodiversidad, no sólo en España sino en todo el mundo, y no sólo en entornos rurales, también en las ciudades; pequeños mamíferos, aves, insectos, reptiles y anfibios, son sus presas habituales. Por lo tanto si los criterios que llevaron a la prohibición de Python regius se hubiesen aplicado al gato, éste estaría sin duda incluido en el Listado de Especies Invasoras.
En Canarias, durante muchos años, no se tomaron medidas ante el problema ecológico que suponían para la biodiversidad las serpientes Rey de California. Se miró hacia otro lado, como hacemos hoy con los gatos, y la situación terminó siendo tal, que se exterminan al año miles de estas serpientes. Para ello se destinan importantes medios económicos e incluso se ha creado una aplicación móvil, para que la propia sociedad pueda alertar a las autoridades de su localización y proceder a su captura y posterior sacrificio.
A muchos se nos plantea la duda de cuál sería la respuesta por parte de la sociedad, si en lugar de sacrificarse miles de culebras, se estuvieran sacrificando miles de gatos todos los años. Teniendo en cuenta, además, que el impacto que éstos ejercen en los ecosistemas es mucho mayor. A muchos se nos plantea la duda de por qué razón, unos criterios resultan ser válidos para la inclusión de un animal en el Listado de Especies Invasoras, cuando ni siquiera los cumple, y sin embargo no son planteados para otro que se graduaría con honores.
En países como Australia, muy celosos de su rica y única biodiversidad, ya han comenzado las campañas de exterminio de gatos, tras comprobar durante décadas, que el método de esterilización de las colonias felinas no ha sido una medida suficientemente eficaz para paliar el grave problema al que se enfrentan.
Recientemente Polonia, país europeo, ha declarado al gato como Especie Invasora. Los polacos no han perdido la cabeza, no son unos desaprensivos, ni unos psicópatas odia-gatos. En Polonia son responsables para con la conservación y sobre todo escuchan a su comunidad científica; la Universidad de Ciencias Biológicas de Varsovia calculó que los gatos matan al año 583 millones de mamíferos y 135 millones de aves tan solo en su país. Habrá quién opine que el cálculo es exagerado, pues bien, dejémoslo en la mitad y pensemos si esas cifras no son de por sí suficientemente alarmantes. Todo ello sin contar que reptiles, anfibios e insectos no han sido incluidos en dicho cálculo.
Lo que ha sucedido en Polonia es que allí sí han aplicado los mismos criterios científicos con independencia de si la especie provoca mayor o menor empatía. Las emociones humanas no son un factor a tener en cuenta por la ciencia. Y así debe de ser.
Recientemente se planteó la prohibición de mantener todo animal que haya sido declarado Especie Invasora en cualquier lugar del mundo. ¿Qué hacemos entonces ahora, señores? Cuando planteas leyes y medidas prohibicionistas basadas en ideologías y no en la Ciencia, ésta se revela y termina dándote en las narices.
Recurrentes argumentos vacuos tales como que los seres humanos somos la peor especie invasora, son improductivos e inciertos; nosotros somos LOS RESPONSABLES de que esto haya sucedido debido a nuestra irresponsabilidad, y como responsables tenemos la OBLIGACIÓN de tomar medidas urgentes. Negar por sistema la realidad echando balones fuera, no hará que el problema se solucione por sí solo. Ayudará, en todo caso, a que la situación empeore, como sucedió en Canarias.
Quienes vivimos en entornos rurales, llevamos mucho tiempo observando cómo nuestra biodiversidad se reduce drásticamente año tras año. Quienes somos amantes de los animales, de todos ellos, incluidos los gatos, que forman parte de la mayoría de nuestros hogares, a los que queremos y apreciamos, estamos pidiendo a gritos que se tomen de manera urgente medidas realmente efectivas que protejan nuestra biodiversidad, que eviten llegar al punto en que la única solución a nuestro alcance sea el sacrificio. No creo que exista una sola persona en el mundo, con un mínimo de empatía y de amor hacia los animales, que desee que esto suceda.
Yo quisiera que a los gatos se les diera la oportunidad que le ha sido negada a las serpientes. Pero si el conjunto de la sociedad no empieza a tomar consciencia de la gravedad del problema, y seguimos cruzados de brazos, ése será el indefectible final. Si te consideras animalista, si te preocupa la ecología, la conservación de los ecosistemas y toda su biodiversidad, y si de VERDAD amas a los gatos, no sigas formando parte del problema. Abre los ojos antes de que sea demasiado tarde, el tiempo apremia.