Me apasionan los libros siempre y cuando estén relacionados con mis aficiones. Sería incapaz de leer una novela policiaca pero disfruto como un niño devorando artículos científicos sobre flora y fauna y también con la lectura de bibliografía relacionada con mis estudios y profesión (la comunicación audiovisual). Por ello, mi última adquisición fue un libro titulado: Fake News, la verdad de las noticias falsas.
El libro en cuestión, propone un viaje al corazón de la desinformación. Nos define como son estas “noticias”, nos hace saber porque nos las creemos y hasta comparte fórmulas para poder verificarlas. Sin duda, una herramienta útil en esta era que algunos califican de la información donde cualquiera puede generar y compartir contenido disfrazándolo de verdad.
El anterior, hace especial hincapié sobre la forma de estas “Fake news”. Su autor, un reconocido periodista, nos hace saber que debemos dudar de contenidos de baja calidad (poco profesionales), que utilizan titulares escritos en mayúscula y que abusan de fotografías sensacionalistas (Amorós, 2018).
Además, remarca que las emociones son uno de los recursos más utilizados en las anteriores: “recuerda que las Fake News apelan al miedo y a la indignación”. Y también hace notorio que éstas son interesadas: “Unas por dinero y otras por cuestiones políticas o de influencias ideológicas en nuestras opiniones”.
Cabe destacar que los argumentos de Amorós no son hipótesis sin fundamento, sino que éstos son también compartidos (y completados) por otros autores, por organismos internacionales y por servicios de verificación de datos de las principales redes sociales:
- “Los bulos suelen tener un gancho (miedo, morbo, etc.) que incita a la petición de reenvío para alertar o concienciar a otras personas” (Alonso 2019).
- “Dudar de los títulos llamativos escritos con mayúsculas y signos de exclamación” (Alonso 2019).
- “Estas narrativas suelen dramatizar sucesos con imágenes y videos alterados o descontextualizados” (Salameo, Lemos y Astudillo, 2020).
- “Comprueba el contenido. ¿Son precisos los hechos y los datos? Los medios de comunicación fiables publican sus opiniones tendenciosas donde corresponde, en la sección de artículos de opinión” (Fuente: Parlamento Europeo).
- “Comprueba las fuentes. ¿Utiliza el autor fuentes fiables (por ejemplo medios de comunicación arraigados y respetados? ¿Los expertos que se citan son realmente especialistas? (Fuente: Parlamento Europeo)”.
- “Si el contenido no está basado en hechos, es falso. Eso incluye lo siguiente: Afirmaciones imposibles o que no se puedan considerar una interpretación de algo que sucedió o que se dijo (Fact Checking de Facebook)”.
Tras la lectura del libro en cuestión, y después de haber contrastado sus contenidos mediante portales académicos y gubernamentales, pensé que nadie (cabal) sería capaz de trasladar a su audiencia una noticia falsa de MANUAL, más allá de una publicidad milagrosa sobre crece pelos. Hasta que el pasado 9 de diciembre me topé con el siguiente contenido:
Un contenido que de haberlo visto Amorós y cía seguro habrían comentado: «si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato».