El género Phelsuma está compuesto actualmente por 52 especies. Pero cuando escuchamos hablar sobre estos coloridos gecónidos arborícolas a muchos aficionados se nos viene a la mente la imagen de un P. grandis. Un hecho normal, ya que esta especie lleva décadas manteniéndose y criándose en cautividad y por ello es, para muchos, la más común o popular de todo el género anterior.
Yo soy un gran fan de las especies «comunes», ya que si han llegado a serlo es más bien por sus virtudes que por sus defectos. En muchas ocasiones se tiende a no valorar o normalizar lo que estamos acostumbrados a ver y esto es algo que debemos corregir, porque lo común no está reñido con lo interesante y lo atractivo.
A continuación, nos adentraremos en esta fantástica especie y os explicaré algunas de sus particularidades desde mis vivencias y experiencias personales con ella.
Descripción.
Phelsuma grandis (antigua subespecie del grupo madagascariensis) fue recientemente, junto a P. kochi, elevada a especie. Es junto a P. guenteri, P. standigi y la ya extinta P. gigas una de las especies de mayor tamaño del género. Los machos de P. grandis suelen ser de mayor tamaño que las hembras llegando a alcanzar excepcionalmente los 30 cm de longitud aunque lo normal es que no superen los 25 cm, mientras que las hembras no acostumbran a pasar de los 22-23 cm.
Su coloración de fondo es de un verde bastante intenso, mientras que su garganta y región ventral son de tonos blancos y grises. La zona próxima a la cloaca puede tener una tonalidad más amarillenta sobre todo en los machos. A ambos lados de la cabeza poseen una franja de color rojo y su lomo presenta una serie de puntos también rojos.

Actualmente debido a la extendida cría en cautividad de la especie existe la variedad high red en la que se ha potenciado el rojo mediante cruces de ejemplares con más rojo de lo normal. Además, han aparecido también ejemplares paradox, blue blood y stream blue blood con tonalidades azules.
Su dimorfismo sexual es fácil de identificar cuando se trata de ejemplares adultos. En ambos sexos se puede apreciar una línea de poros femorales justo por encima de la cloaca, en los machos esos puntos son más evidentes y al alcanzar su madurez sexual suelen segregar una especie de cera. También en los machos podremos apreciar el abultamiento de los hemipenes debajo de la cloaca.
Distribución.
P.grandis habita en gran parte del norte de Madagascar incluyendo las islas adyacentes. Concretamente desde Analalava (en el noreste) pasando por Antsiranana, Vohémar y Sambava en el extremo septentrional de la isla. Estos gecos diurnos suelen habitar selvas recónditas pero también están presentes en zonas urbanas debido a la gran cantidad de alimentos que encuentran en ellas.
Terrario.
P.grandis es una especie que se adapta muy bien a la vida en cautividad y más aún si los ejemplares provienen de generaciones también nacidas en terrarios. Si les damos una buena vida en cautiverio, adecuando una buena instalación y aportándoles una justa y variada alimentación, no es difícil que lleguen a vivir muchos años (algunos han llegado a los 20) al no disponer de los peligros y carencias de sus análogos silvestres.
El carácter entre los miembros de esta especie es bastante jerárquico, así que evitaremos mantener a dos machos juntos en el mismo terrario. Incluso esa jerarquía (aunque no de manera tan acentuada) llega a manifestarse entre hembras. Por ello, lo recomendable será alojarlos en parejas o de forma individual.
El terrario deberá ser bastante amplio. Acorde con el tamaño, la actividad y los hábitos arborícolas de la especie. Desde mi punto de vista las dimensiones mínimas para alojar tanto a un único ejemplar como a una pareja adulta deberían ser de 1 metro de alto por 60 cm de ancho y 45 cm de fondo. Si quisiéramos alojar a un trío (1.2) éstos necesitarían de unas instalaciones de un tamaño superior.
A la hora de decorar y estructurar el terrario tenemos que tener en cuenta que esta especie requiere de espacios naturalizados. Siendo las plantas un elemento imprescindible en éstos ya que proporcionan refugios a los animales, ayudan a mantener los niveles de humedad e incluso sirven como lugares de puestas.

Monstera deliciosa o adansonii, Dracaenas, Bromelias, Photos, Fittonias, Tillandsias son algunas de las más utilizadas. Pero las que, considero, no puede faltar en un terrario para P.grandis serán las Sanseverias. Unas plantas muy resistentes que facilitan la movilidad de los ejemplares y que son utilizadas por las hembras para el desove.
También deberemos tener presente que a estos gecos les gustan las superficie lisas, por lo que deberemos decorar el terrario con diferentes bambúes (tanto de manera horizontal como vertical). Personalmente los bambúes horizontales prefiero no pegarlos directamente a la pared sino fijar unos soportes para que éstos se puedan quitar y poner con facilidad; esto nos facilitará tanto la manipulación de los ejemplares como al limpieza del terrario.
Las paredes del terrario podemos cubrirlas con planchas de corcho prensado o cubrirlas con masilla expansiva y fibra de coco (pegada previamente con silicona). Pero sería interesante que las paredes laterales del terrario fueran lisas debido a la clara preferencia de la especie por este tipo de superficies.

Parámetros.
La temperatura media anual diurna en el hábitat natural de esta especie es de 26 grados centígrados, oscilando unos 3’5 durante el año. Así que lo ideal, en cautividad, será reproducir dos estaciones; una “fría”, aprovechando nuestro invierno, con máximas de 26 y otra cálida con máximas de hasta 30 grados en el punto caliente del terrario. Para conseguir un óptimo gradiente térmico podemos crear una zona de asolamiento con la ayuda de una bombilla de calor (halógena o cerámica por ejemplo) conectada a un termostato. Por la noche deberemos de propiciar un descenso de las temperaturas del terrario hasta alcanzar los 25 grados nocturnos durante la estación cálida y los 20 en la fría.
La iluminación también deberá adaptarse a las distintas estaciones que repliquemos. Un fotoperíodo de 10 horas de luz en la estación “fría” y 12 horas de luz en la cálida serán óptimos para que nuestros animales cautivos puedan diferenciar los cambios de estación. Para lo anterior nos será de utilidad un temporizador al que deberemos de conectar las fuentes de luz.
Como elementos artificiales de iluminación podemos utilizar pantallas de luz led. Pero éstos deben de ser complementados por radiación UVB. Y ésta la podemos conseguir mediante un fluorescente que abarque prácticamente toda la superficie del terrario. Los tubos t5 con un 6% UVB en mi opinión son la mejor opción que tenemos actualmente en el mercado.

La humedad en el terrario deberá oscilar durante el día entre un 60/70% pudiendo incrementarla durante la noche tal y como sucede en los hábitats de origen de P. grandis. Para esto sería interesante regar el terrario justo antes de que se apagaran las luces. Podemos realizar los riegos de forma manual pero lo recomendable sería instalar y programar un sistema de lluvias.
No debemos obsesionarnos tampoco con mantener una humedad de “manual”. Ésta puede y debe fluctuar ya que humedades constantes tanto bajas como altas penalizarían la salud de nuestros ejemplares. Lo ideal será mantenerla dentro de los parámetros anteriormente descritos, pero con oscilaciones.
Alimentación.
La alimentación de esta especie es principalmente insectívora y en cautividad aceptan grillos, cucarachas, langostas o gusanos (no deben abusar de éstos últimos al ser grasos) aunque de manera ocasional podemos proporcionarles también papilla de frutas (de marcas comerciales que elaboran dietas para gecónidos).
P. grandis son animales con bastante buen apetito y con una gran tendencia a la obesidad. Por lo que deberemos mantenerles una dieta equilibrada y variada. Alimentándoles tres veces por semana será suficiente. La papilla de frutas les encanta, pero es lo que más les engorda con lo que deberemos proporcionarla de manera más comedida. El calcio no puede faltar y deberemos suministrarlo espolvoreando a sus presas. También podremos darles algún complejo vitamínico con d3, pero de manera muy puntual, ya que reciben la suficiente vitamina d3 a través de la iluminación UVB de la instalación.
Interacción y manipulación.
A los gecos diurnos no les gusta que los manipulen y suelen huir rápidamente (comportamiento de supervivencia). Pero también es cierto que nos encontramos ante una de las especies menos tímidas y más descaradas de su género y con un poco de trabajo podemos llegar a conseguir que nos lleguen a perder el miedo. Ésto podemos conseguirlo interactuando diariamente con ellos.
Si hay algo que le pierde a un grandis es su apetito. Y por ello, a través de su alimentación podemos ganarnos su confianza y conseguir que asocien nuestra presencia con una experiencia positiva. Alimentándolos con pinzas, incluso con las manos, podemos conseguir llegar a tocarlos y que éstos se suban a nuestro brazo, pero no podemos intentar inmovilizarlos agarrándolos con firmeza ya que podríamos dañar su piel delicada.

Deberemos manipularlos lo estrictamente necesario y para ello podemos recurrir a una toalla de tacto suave sin llegar apretar sus cuerpos. Un método que me ha sido de gran utilidad para solventar retenciones de muda.
Reproducción.
La reproducción de esta especie no es demasiado complicada si hacemos las cosas medianamente bien. P. grandis puede llegar a reproducirse a los 12 meses aunque lo ideal sería que lo hicieran partir de los 18 meses de edad. Con la llegada de la estación cálida, y el aumento de las horas de luz, éstos comenzaran su ciclo reproductivo y podremos ver el cortejo del macho a la hembra.
Los preámbulos son uno de mis momentos preferidos de su reproducción. Es todo un espectáculo visual contemplar esos «bailes» del macho agitando la cabeza y sacando y metiendo la lengua para intentar impresionar y seducir a la hembra. Además es posible escuchar vocalizaciones por parte de ambos.
Tras unos días de cortejos se producirán las cópulas y será entonces cuando deberemos de aportar a la hembra el alimento y el calcio necesario para que no tenga ningún tipo de carencia y pueda superar las puestas de manera saludable.

Aproximadamente, transcurridas cuatro semanas desde la cópula se producirá la primera puesta, que podrá ser doble o individual. Deberemos proporcionarle a la hembra diversas opciones para que pueda escoger donde realizar la puesta. Lo ideal sería poder ofrecerle ponederos que después podamos extraer del terrario para así incubar los huevos fuera de éstos.
Si los parámetros de la instalación de nuestros P. grandis son correctos, las posibilidades de eclosión de los huevos dentro del terrario serán altísimas pero debemos tener muy presente que los adultos no dudarán en devorar a sus propias crías y por ello la mejor opción será retirar las puestas.
Como “ponederos extraíbles” podemos utilizar bambús y también plantas como Sansevierias; donde las hembras suelen depositar los huevos en sus axilas. Durante este periodo debemos chequear constantemente la instalación de P. grandis tanto para localizar nuevas puestas como para encontrar crías que hubiesen nacido en el interior del terrario (en instalaciones muy plantadas es fácil no encontrar todos los huevos depositados por la hembra).
Una vez extraídos los huevos deberemos hacerles una marca en la misma posición que los ha depositado la hembra y pasarlos a la incubadora. La temperatura ideal de incubación será entre los 24 y 31 grados y como ocurre con otras especies la temperatura de incubación influirá en el sexo de las crías.
Si incubamos a una temperatura constante de 28 grados los huevos eclosionaran entre los 50-60 días aproximadamente. Pero los neonatos nacerán más fuertes si los incubamos a menor temperatura (con un descenso nocturno hasta conseguir 18-20 grados). Con temperaturas inferiores a la anterior las eclosiones tendrían lugar a los 70 días aproximadamente.

Una vez hayan salido del huevo deberemos pasar a las crías a un terrario pequeño; con parámetros y cuidados iguales a los de los ejemplares adultos. Durante sus primeras semanas de vida lo ideal será alimentar a los neonatos con drosophila (mosca de la fruta) y conforme vayan creciendo utilizar grillos, cucarachas o gusanos. También incluiremos la papilla de frutas en su dieta.
Pese a que no veremos conflictos jerárquicos hasta superados los 6 meses de vida, recomiendo terrarios individuales para un óptimo mantenimiento de las crías; en éstos nos será más sencillo controlar su alimentación y su estado de salud.

La hembra suele desovar cada 28-35 días por lo que ésta puede tener entre 12/14 crías por temporada siempre y cuando le permitamos un descanso (que tendrá lugar en la estación “fría”). Manteniendo a nuestros P. grandis con una temperatura constante, y con fotoperiodo uniforme, la hembra podría alcanzar las 20 crías por temporada. Pero ello sería un desgaste innecesario.