Ayer fue aprobada la ley de bienestar animal, una norma que pretende dotar de una mayor protección a los animales y garantizar su bienestar. Mientras aquello sucedía en el congreso de los diputados, en la delegación del CSIC de Asturias tuvo lugar un encuentro entre científicos, y otros actores implicados, para abordar la enorme problemática de las enfermedades emergentes en anfibios.
“La ley de bienestar animal es el reflejo de un país que quiere y cuida a sus animales”, anunciaban los artífices de la norma tras su aprobación, mientras que los que se dieron cita en la cámara de comercio asturiana, mostraban su preocupación por el declive de poblaciones de anfibios, por la escasa educación ambiental de la ciudadanía, y por la baja implicación de las administraciones en la conservación de anfibios.
Ayer, una vez más, quedó en evidencia que existen dos mundos paralelos, el proteccionismo de la fauna doméstica y la conservación de especies. El primero cuenta con todos los respaldos posibles. Por el contrario, los que se preocupan por la fauna silvestre y luchan por salvaguardar sus poblaciones pasan desapercibidos para una gran mayoría de españoles, más aún cuando éstos pertenecen a la rama de la ciencia que estudia y conserva a reptiles y anfibios, la herpetología.