Son muchos los motivos por los que decidimos incluir a esta especie en nuestros proyectos de cría. Por su carácter extrovertido, su increíble actividad y descaro, por su gran tamaño y voracidad o por su extraordinaria capacidad de adaptación a un medio hostil; de marcados contrastes y temperaturas extremas. Todos estos aspectos hacen que sea un animal muy fácil de mantener pero dificultan su reproducción en cautividad. Un desafío conseguido por pocos aficionados en el mundo, que requiere de la capacidad de replicar una climatología llena de contrastes en el interior de nuestros terrarios.

Para llegar a conseguirlo, tardamos 7 años en los que realizamos pruebas y estudiamos su biotopo; leyendo día a día las tablas de temperaturas y precipitaciones del desierto de sonora y de sus regiones colindantes. 7 años interpretando parámetros, adaptándolos al terrario y sometiendo a los animales a unas condiciones que nos asustaban, por la integridad de los sapos, pero que eran indispensables para su ciclo biológico.

Empecemos por el principio…

Este bufónido se distribuye por el suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México, habitando principalmente las zonas áridas de tierras bajas y pudiendo llegar a encontrase a mas altura; en praderas y bosques. Pero a no ser que sepamos a ciencia cierta el origen de los ejemplares, nos centraremos en el desierto de sonora, en las proximidades del rio colorado.

Para mantenerlos dispondremos de un amplio terrario para un grupo de 2 machos y 2 hembras (2.2), este ratio será suficiente, y los alojaremos en un terrario de no menos de 1,5 m por 50 cm por 50 cm. Como substrato utilizaremos una mezcla de arena fina de obra y arena arcillosa, que en contacto con la humedad se endurece y evita que sea ingerida por Incilius alvarius al comer.

Ejemplar adulto de Incilius alvarius en su terrario

Hay que tener en cuenta que estos sapos se entierran para protegerse de las inclemencias meteorológicas y para hibernar; haciendo galerías subterráneas. Por ello deberemos proveerles de escondites y zonas de buen grosor de tierra para ello. Es de vital importancia que tengan un recipiente con agua limpia para que puedan bañarse, ya que el sustrato lo mantendremos normalmente seco, aunque una pulverización a la semana nos la agradecerán.

Su temperatura ideal estará entorno a los 20 C de mínima y 28-35 C de máxima, siendo recomendable un punto de asoleamiento más caliente y a poder ser con UVB. Nosotros utilizamos un foco HID de 50W donde se asolean frecuentemente. Por la noche no se deberá utilizar ningún tipo de calefacción, para así crear un descenso térmico lo más pronunciado posible. 

La dieta de ejemplares adultos incluye: grillo, langosta, zophoba, cucaracha… Realmente se comerán todo lo que les pase por delante, aunque no hay que caer en la tentación de sobrealimentarlos; estos animales están preparados para soportar largas temporadas sin comer y por ello son tan voraces. Podemos alimentarlos dos veces por semana y siempre lo más variado posible, siendo recomendable suplementar a las presas con calcio y vitaminas en una de sus comidas.

Con lo anterior, los mantendremos sanos y activos todo el año, ahora bien, si queremos incitarlos a la reproducción la cosa cambia…

La reproducción de toda especie no comienza nunca, es un continuo ciclo donde todas sus fases son importantes. Pero comenzaremos desde el punto donde lo habíamos dejado.

Con la llegada de nuestro invierno dejaremos de alimentar a los sapos a la vez que reducimos paulatinamente su fotoperiodo; de 12h horas a 6h. Con ello, disminuirán también las temperaturas ya que apagaremos todo tipo de calefacción por la noche. Cuando tan solo dispongan de 6 horas de luz, éstos deberían estar enterrados y sin actividad. Llegados a este punto las temperaturas deberían rondar los 10 – 15 grados. Cuando esto ocurra les apagaremos luces y calefacción. Es decir, 24 horas de oscuridad y así los mantendremos hasta que suban las temperaturas.

Con la llegada de la primavera iniciaremos el aumento térmico. Entonces deberemos revertir el fotoperiodo; comenzando con 6 horas y subiendo paulatinamente hasta conseguir 12h de luz.

No tardaran en salir de su escondite y deberemos regarlos esporádicamente para darles un punto de humedad y así activarlos.

Poco a poco volverán a la actividad, se alimentarán vorazmente y será el momento de subirles la humedad haciendo riegos cada vez más seguidos. En este momento subiremos la temperatura hasta los 35 grados, siendo mayor en el punto de asoleamiento.

Ahora llega el momento de colocarlos en la cámara de lluvias. Para eso necesitaremos un acuario de grandes dimensiones. De unos 1.5m por 50 por 60cm con un sistema de recirculación de agua cerrado, que consistirá en una bomba que recoge el agua del tanque y la sube por un tubo perforado (puede ser tubo de acuario o de pvc) que simulará las tormentas de verano.

Cámara de lluvias para Incilius alvarius

La zona acuática de la cámara debe de tener 15-20 cm de profundidad (como mínimo) y deberemos proveerles de zonas terrestres donde puedan descansar.

Les haremos lluvias constantes durante 2 o 3 días y será entonces cuando éstos comenzaran con cantes y amplexus.

Es importante realizar cambios de agua, sobre todo los dos primeros días, porque vienen con el estómago lleno y harán sus necesidades en el agua y ésta estará recirculando constantemente. Luego iremos reduciendo las lluvias, dejando solo lluvias intermitentes. Proceso que no debe durar más de dos semanas. Si en ese tiempo no han desovado, se devolverán al terrario y volveremos a probar unas semanas más tarde.

Amplexo y puesta de Incilius alvarius

Si el proceso ha sido exitoso, la hembra pondrá entre 8.000 y 10.000 huevos aproximadamente y en cuestión de dos o tres días eclosionaran miles de renacuajos. A éstos los colocaremos en tuppers con agua y oxigenadores. La temperatura del agua deberá estar entorno a los 25/30 grados.

Los renacuajos son vegetarianos, así que los alimentaremos con pastillas de espirulina, trozos de pepino y verduras variadas y mantendremos el agua lo más limpia posible.

Renacuajos de Incilius alvarius devorando verduras

La metamorfosis de los primeros sapitos se producirá a los 18 o 20 días, y deberemos tener preparados unos recipientes sencillos y fáciles de limpiar. Cuantos menos se pongan por recinto, más probabilidad de éxito tendremos, ya que los anfibios son propensos a infecciones bacterianas y fúngicas.

Los terrarios de crecimiento deberán tener pequeños recipientes con agua, que eviten posibles ahogos,  y también refugios y zonas húmedas. Los pequeños sapos se alimentan con voracidad, como los adultos, y les proporcionaremos drosophila y microgrillo, aumentando el tamaño según vayan creciendo.

Incilius alvarius metamorfoseado

Tras las puestas, deberemos ubicar a los progenitores en su terrario y volver a los parámetros normales, muy poca humedad en el substrato y mismas temperaturas, y les daremos de comer también con normalidad.